Saturnino Herrán

méxico pintura Dec 06, 2024
Saturnino Herrán fue un pintor mexicano que desarrolló una obra profundamente conectada con las tradiciones, la espiritualidad y la esencia del ser mexicano. A través de una paleta rica en tonos tierra, dorados y ocres, evocó paisajes, tradiciones y temas propios de México.

 

Saturnino Herrán, pintor nacido en Aguascalientes, se destacó como uno de los artistas más importantes de México a finales del siglo XIX, un periodo definido por el prolongado gobierno de Porfirio Díaz. En ese tiempo, la nación aún buscaba definirse tras pocas décadas de independencia; se vivía una tensión entre influencias extranjeras y el deseo de afirmación cultural. Este contexto político y cultural influyó profundamente en la visión y obra de Herrán.

La aristocracia y la élite gobernante promovían un gusto afrancesado, reflejo de la influencia europea en la cultura de la época. Sin embargo, de manera paralela, surgía un movimiento nacionalista que buscaba rescatar y consolidar la identidad mexicana, destacando lo propio frente a lo extranjero. Este movimiento exaltaba a México como una nación mestiza y progresista, reconociendo la riqueza de sus tradiciones y su diversidad cultural.

En este ambiente, Herrán desarrolló una obra profundamente conectada con las tradiciones, la espiritualidad y la esencia del ser mexicano.

 

La labor, Saturnino Herrán, 1908 

 

El contexto y la vocación artística

En este entorno complejo, Herrán se adentró al mundo del arte. De temperamento sensible y profundamente inquieto, desarrolló un gran amor por México: un país rústico, colonial y prehispánico, cuyos mitos y raíces le inspiraron una temática artística espiritual y simbólica. Su obra buscó, de manera deliberada, dignificar al indígena, al campesino, al mestizo, mostrando su fuerza, humanidad y conexión con la historia y el entorno.

Herrán creció en un ambiente literario e intelectual gracias a su padre, un "inventor incansable" y "literato espontáneo", quien influyó decisivamente en su vocación artística. A los 14 años, su familia se trasladó a la Ciudad de México debido a cuestiones laborales, pero la muerte de su padre al año siguiente marcó un punto de inflexión en su vida. En medio de una mala situación económica la familia decidió permanecer en la capital. Herrán trabajó en la oficina de telégrafos mientras asistía a los cursos nocturnos en la Academia de San Carlos. Su talento innato le valió una beca para dedicarse de lleno a la pintura. Más adelante, rechazó otra beca para estudiar en Europa, decidiendo quedarse en México para no dejar sola a su madre.

 

El alma del México mestizo

La obra de Saturnino Herrán se consolidó como un homenaje al México mestizo, destacando sus raíces indígenas, españolas, campesinas y populares. A través de una paleta, rica en tonos tierra, dorados y ocres, evocó paisajes, tradiciones y temas propios de México. En su obra se observa una integración de la iconografía prehispánica y católica, lo que refleja el sincretismo cultural característico de México.

Entre sus cuadros más destacados se encuentra "La labor" (1908), donde rinde homenaje al trabajador mexicano, cargada de simbolismo, y "La ofrenda" (1913), una representación del Día de Muertos que mezcla las tradiciones prehispánicas y coloniales con una profunda espiritualidad. Estas obras posicionaron a Herrán como un artista de renombre en un periodo convulso de la historia mexicana: el inicio de la Revolución Mexicana.

 

La ofrenda, Saturnino Herrán, 1913

 

El proyecto inacabado: "Nuestros dioses"

A partir de 1914, Herrán se dedicó a un ambicioso proyecto mural para el Teatro Nacional (hoy Palacio de Bellas Artes). Este trabajo, conocido como el tríptico "Nuestros dioses", buscaba exaltar las raíces indígenas, españolas y mestizas de México, celebrando una identidad nacional fundada en el mestizaje racial y espiritual. Aunque la obra nunca se llevó a cabo debido a su prematura muerte a los 31 años, Herrán dejó varios bocetos y tres magníficos dibujos acuarelados que destacan por su profundidad conceptual y fuerza expresiva.

En el panel central, Herrán representó a Jesucristo crucificado superpuesto al monolito de Coatlicue, la diosa madre mexica. Esta composición simboliza la fusión de dos culturas: la prehispánica y la española. Según Herrán, ambas cosmologías compartían la necesidad de sustentar la fe en el sacrificio: la una a través de la ofrenda de sangre humana a los dioses, y la otra mediante el sacrificio divino para redimir a la humanidad.

 

 Panel central de Nuestros dioses

 

En los paneles laterales, Herrán representó, a la izquierda, a indígenas postrados en un acto de veneración, semidesnudos pero engalanados para el ritual, mientras ofrecen frutos de la tierra. A la derecha, plasmó españoles majestuosos y protocolarios en una postura soberbia.

 

Panel izquierdo de Nuestros dioses

Boceto de panel derecho de Nuestros dioses

 

Ambos grupos rinden homenaje a la figura central, simbolizando el encuentro y la fusión de dos culturas. Esta obra, conocida también como "Coatlicue transformada", representa la esencia de la mexicanidad: la mezcla de razas, tradiciones y espiritualidades que dieron forma a la nación moderna.

 

Un legado inmortal

Saturnino Herrán falleció prematuramente en 1918, dejando inconcluso el tríptico "Nuestros dioses". Sin embargo, los bocetos y dibujos acuarelados de esta obra son testimonio de su talento visionario y de su capacidad para sintetizar la complejidad cultural de México. Herrán fue precursor del muralismo mexicano y el primero en abordar con seriedad la vida y las costumbres mexicanas, alejándose de los folklorismos superficiales. Su obra se caracteriza por expresar de manera genial la belleza mexicana y su historia a través del arte.

 


 

Bibliografía:

  • Emerich, Luis Carlos. 2010, Las edades de Satiurnino Herrán, Talleres de Corporativo Gráfico, Aguascalientes.
  • Garrido, Luis. 1971, Saturnino Herrán, Fondo de Cultura Económica, México.

 

Autora

Magda López. Licenciada en Ciencias del Arte y Gestión Cultural por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Maestra en Humanismo por la Universidad Panamericana Campus Bonaterra y ha cursado diversos diplomados en historia y arte.

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