Cupido, más que unas flechas de amor

antigüedad mitología roma Sep 25, 2023
¿Sólo usó sus flechas para enamorar parejas? ¿Has notado que en ocasiones también es portador de una antorcha o tiene los ojos vendados?

 

“Cupido era un niño indómito que no demostraba ningún respeto por la edad ni el orden establecido, sino que volaba con sus alas doradas disparando al azar sus afiladas flechas o inflamando desenfrenadamente los corazones con sus terribles antorchas”.

Cicerón, en Sobre la naturaleza de los dioses.

 

Detalle, Triunfo de Galatea. Rafael, 1511.

 

El amor ha sido tan importante en la vida de los seres humanos que el dios del amor Cupido (Eros en la mitología griega), ha inspirado a cientos de filósofos, poetas y artistas, desde los grecorromanos hasta la actualidad.

Este dios es muy conocido gracias a las numerosas representaciones artísticas que se le han hecho a lo largo de la historia, la mayoría de ellas inspiradas en sus historias narradas por poetas romanos como Cicerón (106-46 a.C.) y Apuleyo (125-170 d.C.). 

De acuerdo a la tradición romana más difundida, Cupido es hijo de Venus -diosa del amor y la belleza- lo que explica su inclinación a buscar la belleza, el amor y a unir parejas, y de Marte -dios de la guerra-.


Venus, Marte y Cupido. Guercino, 1633.

 

El papel que significó en la mitología fue la explicación de la inclinación humana al amor, a esa fuerza irresistible que ha hecho posible conservar la perpetuidad de la vida, a ese deseo que ha impulsado al ser humano a encontrar su media naranja; sin embargo, en algunas ocasiones puede ir acompañado de sufrimiento, riñas, disputas, engaños, injurias, enemistades, incluso guerras.

Así es como algunos escritores griegos le atribuyeron dos naturalezas, por un lado concebían un Eros Pandemos (terrenal), aquel que impulsa las pasiones del cuerpo; incluso lo llegaron a pensar como la fuente de todos los males, ya que a causa de la lujuria, decían, era despreciada la justicia y se originaban todas las injurias; lo concebían solamente como un amor efímero, vulgar y meramente pasional. Por otro lado, identificaban al Eros Uranio (celeste), como el dios más bienaventurado, le atribuían una fuerza divina que introduce dentro de la naturaleza el impulso a unirse en pareja; éste simboliza el amor eterno.

 Cupido celeste vence al Cupido terrenal. G. Baglione, 1602.

 

Dependiendo del periodo histórico y los gustos artísticos e ideológicos de cada época, este dios ha sido representado de diversas formas. Por ejemplo, en la Grecia Antigua era descrito como un dios hermoso, admirable y poderoso que abarcaba tanto asuntos humanos como divinos, aunque también podía ser malcriado, impúdico y travieso; era representado como un apuesto joven alado, muy a menudo desnudo, y también como un niño alado armado con su arco y flechas o una antorcha.

 Eros en vuelo. Ca. 350 a.C.

 

Hablemos ahora de sus atributos, de los cuales las flechas son sin duda el más distinguido de todos. Con ellas traspasa el corazón de los amantes, ya sean dioses o mortales, causándoles heridas estrechas, hondas e incurables. Lo que no todo mundo sabe, es que estos elementos son de dos tipos y tienen poderes diferentes: las de oro infunden amor a quien es herido y las de plomo suscitan aversión en el corazón del amante, como es el caso del mito de Apolo y Dafne, donde Cupido, en venganza contra Apolo, lo flecha con una de oro enamorándolo de Dafne y en cambio a ella la hiere con una de plomo para causar un rechazo absoluto hacia él. Este es un claro ejemplo de que Cupido no sólo unía a las parejas, sino que en ocasiones las separaba causándoles gran sufrimiento.

 Venus acariciando a Cupido. P. Batoni, s. XVIII.

 

También lo vemos representado con una antorcha. La pasión siempre se ha relacionado al fuego del amor. En la literatura grecolatina, hay muchas alusiones a Cupido cargando una antorcha encendida y al tormento que somete a los mortales con ella. Un ejemplo aparece en el poema a Fanio, escrito por el poeta Meleagro de Gadara (siglo I a.C.) donde dice:

“He intentado escapar de Amor, pero él, encendiendo una pequeña antorcha de las ascuas, me encontró escondido [...] y tomando un poquito de fuego me lo tiró en secreto. Y desde entonces las llamas surgieron en torno a mí por todas partes. Oh Fanio, pequeña niña que prendió en mi corazón un gran fuego”. 

La antorcha remite a ese amor pasional, pero también simboliza la luz en el camino en sentido real y metafórico que guía los corazones a buen puerto. También es un símbolo de la vida, por el poder regenerador y purificador del fuego, y de la muerte, como expresión de la vida que se extingue.



 Cupido volando con una antorcha. J.B. Greuze, 1790.

 

 

Otro aspecto de Cupido es su desnudez, la cual también tiene diversas interpretaciones, tanto positivas como negativas. Puede encarnar ese deseo que no se puede encubrir ni disimular y que prescinde de intermediarios, o bien la infamia de las bajas pasiones que, según los mitógrafos renacentistas, quien se abandona al placer sexual se puede ver despojado del bien.

En algunas ocasiones, otro de sus atributos es un listón que cubre sus ojos, pues para algunos, los enamorados están inmersos en tal ceguera que les hace ver bellas algunas cosas que no los son. Shakespeare en su obra Sueño de una noche de verano se refiere a Cupido: “A lo que es grosero, deforme y vulgar Amor puede darle forma y dignidad. Amor ve con la mente, no con la vista; por eso a Cupido dios ciego lo pintan”

 

 Detalle, Venus y Marte con Cupido. D. Tintoretto, ca. 1595.

 

Algunos vieron esta ceguera como algo negativo, pero filósofos como Pico de la Mirándola (1463-1494) daban la razón de que el enamoramiento es ciego porque carece de motivos racionales. 

La obras de arte sobre Cupido, como mencionamos, son numerosas y en constante aumento. Los atributos que los artistas escogieron para representarlo, y su interpretación, varía de acuerdo al énfasis que se quiere dar al Cupido sensual o al trascendental. Lo cierto es que en el amor verdadero ambos son esenciales y de hecho se experimentan al mismo tiempo.

 


 

Bibliografía

  • Graves (2009), Los mitos griegos, España, RBA colecciones.
  • Gebhardt (1968), Los dioses de Grecia y Roma, México, Editora Nacional.
  • Federico Revilla (2018). Diccionario de Iconografía y Simbología. España. Ed Cátedra.
  • Guy de Tervarent (2002). Atributos y símbolos en el arte profano. España. Ed. El Serbal.

  

Imágenes en orden de aparición

  • Detalle, Triunfo de Galatea, Rafael, 1511, fresco, 295 x 225 cm, Villa Farnesina, Roma.
  • Venus, Marte y Cupido, Guercino, 1633, óleo sobre tabla, 139 x 161 cm, Galería Estense, Modena.
  • Cupido celeste vence a Cupido terrenal.Giovanni Baglione, 1602, óleo sobre lienzo, 183.4 x 121.4 cm, Museo Gemäldegalerie, Berlín.
  • Eros en vuelo, ca. 350, a.C., terracota, 47.6 cm, Museo Metropolitano de Arte, Nueva York.
  • Detalle, Venus y Marte con Cupido, D. Tintoretto, ca. 1595
  • Venus acariciando a Cupido, P. Batoni, siglo XVIII, óleo sobre lienzo, 134.6 x 99.1 cm.
  • Cupido volando con una antorcha, J.B. Greuze, 1790, óleo sobre tabla, 27.2 x 22cm, The Wallace Collection, Londres.
  • Detalle de Venus y Marte con Cupido, ca. 1595, Domenico Tintoretto, óleo sobre lienzo, 106.5 x 142.8 cm, Art Institute, Chicago.

 


 

Autora:

Magda López. Licenciada en Ciencias del Arte y Gestión Cultural por la Universidad Autónoma de Aguascalientes, Maestra en Humanismo por la Universidad Panamericana Campus Bonaterra y ha cursado diversos diplomados en historia y arte.

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