¿Cómo fue la infancia de Alejandro Magno?

antigüedad Oct 15, 2024

 

La figura de Alejandro Magno es tan legendaria que han surgido leyendas en torno a su vida. Las de su infancia son algunas de las más maravillosas y extrañas.
 

Antes de convertirse en el legendario conquistador que todos conocemos, Alejandro Magno fue un pequeño príncipe, hijo del rey Filipo II de Macedonia y su esposa, Olimpia. Se cuenta que el mismo día de su nacimiento, el templo de Artemisa en Éfeso (una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo) fue destruido por un incendio, y que la diosa estaba tan ocupada presenciando el nacimiento de este niño que no pudo salvar su propio templo.

La figura de Alejandro ha perdurado en el imaginario colectivo con una biografía nublada por la leyenda. A lo largo de los siglos, ha sido retratado como un semidiós o un guerrero con un coraje y fuerza sobrehumanos, siempre en busca de las empresas más osadas. Sin embargo, más allá de la fantasía y la exageración, es gracias a historiadores como Plutarco, Quinto Curcio, Diodoro Sículo y Jerónimo de Cardia, que se ha podido reconstruir con cierta precisión su corta pero impactante vida.

Desde niño, Alejandro destacó por sus habilidades físicas y su carácter ambicioso. Una de las historias más conocidas de su infancia es la de cómo logró domar a un caballo extraordinariamente feroz llamado Bucéfalo: Alejandro vió cómo los mejores jinetes de Macedonia trataron de domar al caballo, sin ningún éxito, el niño se acercó sigiloso, tomó las crines de Bucéfalo y dirigió su mirada al sol para deslumbrarlo, entonces aprovechó la oportunidad para subir a su lomo y cabalgar en él. Se dice que desde entonces fueron inseparables, Bucéfalo no dejó que nadie más lo montara y acompañó al rey en todas sus campañas militares.

Desde pequeño dejó ver su ambición por la gloria, aunque curiosamente se mostraba indiferente ante la riqueza. Cuando recibía noticias de las victorias de Filipo, en lugar de alegrarse, exclamaba: “¡Mi padre lo conquistará todo y no me dejará nada por conquistar!”.

 

Alejandro Magno y Bucéfalo, Edgar Degas, 1862

 

Uno de los aspectos más importantes en la infancia de Alejandro fue su educación bajo la tutela del célebre filósofo Aristóteles. Filipo lo contrató cuando Alejandro tenía trece años y, aunque esta relación es históricamente cierta, también está nublada por la leyenda y hay versiones contradictorias. Algunos afirman que ambos tenían una relación tensa debido a la arrogancia, ignorancia y el carácter vengativo de Alejandro. Sin embargo, otros afirman que era niño inteligente, valiente y excepcionalmente dotado que compartió su vida diaria con Aristóteles, estudiando materias como gramática, geometría, filosofía, ética y política.

 

 

Plutarco describió al príncipe como el modelo perfecto de salud, belleza y fortaleza física, encarnando el ideal del “mancebo” en la cultura griega. A los dieciséis años, Alejandro ya se sentía preparado para comandar ejércitos. Su oportunidad llegó cuando su padre fue herido en la batalla de Perinto y él fue llamado para reemplazarlo. Esta fue su primera participación en combate y lo hizo con tanto brillo que fue nombrado regente de Macedonia en ausencia de su padre.

En el año 338 a.C., marchó junto a Filipo hacia el sur para someter a las tribus de Anfisa, al norte de Delfos. Durante esta campaña, Demóstenes, un feroz opositor de Filipo, aprovechó para instigar a los atenienses contra los macedonios. Al enterarse, Filipo y Alejandro se dirigieron a Queronea, donde se enfrentaron a los atenienses. En esta batalla, Alejandro no solo demostró ser un combatiente heroico, sino también un estratega brillante, ganándose la admiración de sus tropas. Después de la victoria en Queronea, su padre le dijo con lágrimas en los ojos: “¡Hijo mío, búscate otro reino que sea digno de ti! ¡Macedonia es demasiado pequeña!”. A pesar de este episodio, lo cierto es que la relación padre-hijo era bastante violenta. Se dice que, incluso, Filipo ordenó asesinar a Alejandro cuando comenzó a sentirlo como una amenaza, pero no tuvo éxito.

 

Alejandro Magno amenazado por su padre, Donato Creti, 1700

 

A los 18 años, Alejandro ya estaba consolidado como un genio militar. Después de la muerte de Filipo fue nombrado rey de Macedonia e inició una serie de conquistas que lo llevarían a cumplir su gran sueño: someter al vasto Imperio persa.

Su relación con Aristóteles se deterioró después de la muerte de Filipo: Alejandro ejecutó a Calístenes de Olinto, sobrino de Aristóteles, acusándolo de traición. Conociendo el carácter vengativo de su antiguo discípulo, el filósofo se retiró a sus tierras en Estagira, y luego, en el 334 a.C., se trasladó a Atenas para fundar el Liceo, una escuela filosófica.

Alejandro, por su parte, siguió conquistando terrenos hasta su prematura muerte a los 33 años. A pesar de su corta vida, sus gestas lo aseguraron como uno de los militares más audaces de toda la historia y logró difundir la cultura griega por cientos de territorios.

 

 


 

Autora

Sara Padilla.  Licenciada en Historia por la Universidad Autónoma de Aguascalientes y escritora con estudios en Escritura Creativa y Crítica Literaria por la Universidad Nacional Autónoma de México. 

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